El establecimiento del señorío independiente de Albarracín por D. Pedro Ruiz necesitaba de una base sólida que asegurase su supervivencia. Un año después, en 1172, con el beneplácito del Papa y el apoyo del Arzobispo de Toledo se erige la diócesis de Albarracín, conveniencia política que ayudará a apuntalar el señorío de los Azagra. La creación de la diócesis irá acompañada por el desarrollo de sus dos construcciones principales: la Catedral y el Palacio del Obispo.
La primitiva vivienda del obispo no debió ser una construcción muy importante en los primeros siglos de su existencia, empezando a desarrollarse a finales del siglo XVI y alcanzando su máximo esplendor en el siglo XVIII. Perdiendo su función tras la muerte del último obispo de Albarracín en 1839, el edificio se fue arruinando hasta su recuperación en los años noventa del siglo pasado. Inaugurada su restauración por la reina Doña Sofía en 1995, a partir de ese momento el palacio pasa a convertirse en sede de la Fundación Santa María de Albarracín, Palacio de Reuniones y Congresos y Museo Diocesano.
En la planta más alta del palacio se ubica el Museo Diocesano cuya visita ofrece un doble interés. El recorrido por sus estancias se convierte en un viaje en el tiempo que te permite conocer la distribución y fisonomía del edificio tal como quedó en el siglo XVIII. Destacan los sencillos pavimentos de yeso de Albarracín, las carpinterías originales y las pinturas decorativas. Además de las estancias oficiales o las privadas del obispo, son visitables también algunos espacios domésticos como la gran cocina o el horno de pan.
El segundo de los atractivos del museo es, lógicamente, su colección artística, en la que se recogen las piezas más importantes del tesoro diocesano. Destaca entre ellas el conocido Pez de cristal de roca, naveta italiana tallada en el siglo XVI. De este mismo momento, la colección de tapices flamencos te sorprenderán por la conservación de sus colores. También podrás admirar, desde restos de pinturas medievales rescatados de los almacenes, hasta la pintura barroca de los últimos momentos. La importante muestra de orfebrerías, entre las que encontrarás la cruz procesional de Noguera del siglo XIV o la magnífica custodia de los Monterde y Antillón enviada desde México. Esculturas que han perdido su ubicación original. Tejidos del ajuar episcopal: capa pluvial, mitra, zapatos, guantes,…